Televisión Nacional Uruguaya y Cesar Vega en un dialogo abierto y respetuoso
Amor, Abundancia, Éxito.
Si tuvieras que elegir uno, ¿Cuál elegirías? A veces
en el caos de la vida nuestras prioridades se confunden. Queremos
vivir rodeados de lujo y comodidades para ser feliz. Las necesidades
de la vida no son solo cosas materiales. Hay un pensamiento
generalizado del éxito, crecimiento y abundancia particularmente de lo
económico que es el cual la sociedad occidental en que vivimos se
juzga al ser humano, pero éxito, crecimiento y abundancia económica no son sinónimos de
felicidad y bienestar. Cambiar creencias en nuestro país no resulta sencillo, pues
están profundamente arraigadas en cada uno de nosotros. Pero en la actualidad donde la felicidad se transformo en una experiencia efímera vivida como un destello, la depresión es la enfermedad psicológica mas común que acosa a un numero creciente de personas y a la
luz de lo que vamos obteniendo a lo largo de la vida, llega un
momento que el cambio ya no es una elección si no una necesidad
imperiosa. Si tomas conciencia de lo que estas por leer puedes
comenzar a abrir tu mente y modificar tus creencias. Se puede
y este puede ser un consejo, para los que tienen hijos, nietos y para todos los que en el camino de la vida nos
preguntamos ¿ Qué queremos ? ¿ Qué buscamos ? ¿ Ser felices... ?
EL PUEBLO FELIZ y DE LA LARGA JUVENTUD.
Por Miguel Leopoldo Alvarado Saldaña
Periodista, escritor y nutricionista ortomolecular en INSTITUTO BIOGENESIS DE NUTRICION ORTOMOLECULAR- Seattle WashingtonAl norte de la India, formando parte geográfica del Pakistán, en las estribaciones de los montes Himalaya, en una especie de esquina donde convergen los límites del Antiguo Afganistán, la antigua Unión Soviética y China, se encuentra el legendario país Hunza. Su topografía es imponente y difícil: escarpadas montañas cubiertas de nieve aun en el verano; desfiladeros en medio de precipicios de miles de metros; torrentes alimentados por los glaciares más grandes del mundo, después de los de las zonas polares. En medio de aquel paisaje imponente e inhóspito vive un pueblo de poco más de treinta mil ciudadanos libres, saludables, alegres, amistosos y longevos. Allí han estado, prácticamente aislados del mundo, durante más de dos mil años. Se afirma que los ejércitos de Alejandro el Grande perdidos en la montaña, encontraron refugio en el país Hunda; se casaron con mujeres del lugar y forjaron una nueva raza. Los hunza son de piel más clara que la de todos sus vecinos.
El
médico inglés Sir Robert McCarrison, ex director del Consejo de
Nutrición de la India (cuando ese país era aun una colonia
británica), fue el primero en hacer un estudio serio del país
Hunza. Después de tres años de vivir entre ese pueblo, dijo
que no pudo observar un solo caso de cáncer,
de ulcera gástrica, de apendicitis y de otras enfermedades
características del mundo occidental. Las epidemias que asolaban a
los países vecinos no afectaban a la gente del valle Hunza, lo cual
no se debía a cuestión del clima, porque en los países cercanos de
clima similar, abundaban las enfermedades. Tampoco se debía a la
raza o a la herencia genética porque los hunzas que emigraban a
otros lugares y cambiaban su alimentación adquirían después de un
tiempo las mismas enfermedades occidentales.
McCarrison
se trasladó a vivir durante 10 años al valle Hunza, para estudiar e
investigar directamente y de primera mano, la razón de su
extraordinaria salud física y mental. Con sus investigaciones dedujo
que entre la verdadera salud humana y lo que en el mundo moderno
consideramos como salud, existe una gran diferencia, con múltiples
estados intermedios. Dice la doctora Kousmine y agrega: “si la
salud de los Hunzas representa la norma para el género humano, lo
que llamamos de esa manera, no corresponde a la salud verdadera. Lo
que consideramos usualmente como salud, es solo un promedio de
quienes no se consideran enfermos, un dato estadístico, o un estado
variable en constante descenso en la actualidad.
Tras un estudio
exhaustivo de todos los factores y variables capaces de influir en el
estado de salud de los Hunzas tales como raza y herencia
genética, higiene, alimentación, actividad física,
y diversos factores medioambientales, McCarrison concluyó que el
elemento causal, decisivo y fundamental de la
extraordinaria salud, vitalidad y longevidad de los hunzas, es su
alimentación, determinando que este es el factor clave.
La salud de los
Hunzas, concluyó el doctor McCarrison, se debía principalmente, a
un modo correcto de alimentarse, incluyendo desde la forma de
cultivar sus tierras con abonos exclusivamente orgánicos, sin usar
jamás productos químicos que podrían producir una más abundante
cosecha, a costa de disminuir la calidad nutritiva de los productos
alimentarios. (McCarrison, Nutrition and National Health).
El general Bruce, quien escaló el Monte Everest, dijo de los Hunzas: “Son incomparables por su resistencia y habilidad para escalar montañas y constituyen compañeros joviales y perfectamente leales”.
Sir
Aurel Stein, McCarrison, R. C. F. Shoemberg y John Clark (este último
en su obra Hunza, el reino perdido en los Himalayas), concuerdan en
los siguientes datos:
1) El pueblo Hunza conserva una salud perfecta hasta mas allá de los cien años;
1) El pueblo Hunza conserva una salud perfecta hasta mas allá de los cien años;
2) No se considera una rareza el que el hombre engendre a
los noventa años de edad.
3) Las mujeres de setenta años de edad
tienen por lo general la apariencia de una europea de cuarenta.
4) No
existen obesos.
5) El promedio de vida es de 120 años.
6) Hasta pocos
días antes de morir las personas conservan todas sus facultades
físicas y mentales.
7) Personas de mas de setenta años recorren hasta cien kilómetros,
subiendo y bajando montanas, solo con breves intervalos de descanso,
en una sola jornada, y al otro día están en su trabajo sin señales
de agotamiento
8) No hay vehículos. Toda la carga se transporta
hombros a cuesta.
9) Las
mujeres hacen casi tanto ejercicio como los hombres y recorren veinte
kilómetros subiendo precipicios y no se considera extraordinario
para una abuela tener noventa años.
La
alimentación de los Hunzas está constituida por granos enteros,
toda clase de hortalizas, en especial la lechuga, frutas secas
molidas con trigo entero (la fruta más abundante es el albaricoque y
lo comen durante todo el ano, deshidratándolo al sol para consumirlo
en el invierno), leche de cabra, perfectamente agria, y queso sin
salar.
También comen papas asadas con cascara y nuca fritas.
Jamás consumen azúcar ni pan blanco, ni otros derivados de la
harina refinada como pastelería o dulcería, y tampoco conservas
envasadas.
El ejercicio no es ocasional entre ellos. Lo que un excursionista de otro país consideraría una hazaña, es realizado todos los días por ancianos, mujeres y niños. Para el simple hecho de atender las siembras en sus pequeñas parcelas diseminadas entre los montes escarpados, necesitan hacer largas caminas bajando y subiendo empinadas pendientes. No usan drogas ni vacunas de ninguna especie. El agua que beben es la acumulada en las montanas, con toda la pureza y ligereza del agua de lluvia, sin residuos de los minerales inorgánicos que endurecen las arterias. Comen carne solo cuando logran cazar algo. Bebe vino de frutas como único licor. Según el doctor Allen E. Bunic en su libro Hunza Land, solo el dos por ciento de la población adulta fuma y lo hace en pipas.
Pero el doctor
McCarrison no atribuye la exuberante vitalidad de los Hunza
exclusivamente a su alimentación natural, con un mínimo de
alimentos cocinados y un noventa por ciento de comida cruda. El
ahonda más en el tema y sostiene que esa vitalidad
comienza en la tierra misma,
cultivada en terracerías y a base de abonos orgánicos más o menos
en una proporción de tres cuartas partes de hojas y tallos, es
decir, vegetales, y una cuarta parte de abono de otra clase. Un
método empleado en muchas regiones del mundo, con abonos a base de
compota o abonos orgánicos. La terracería en forma de gradas o
escaleras en las laderas de las montanas, hace que en cada una de
ellas se sedimenten sustancias que son traídas de la parte superior
de la loma donde están situadas: esta sedimentación trae no sólo
materia orgánica, sino polvo de roca que la tierra suple a la planta
en conjunción con los demás elementos y que
luego la planta sintetiza a en forma orgánica en su propia sustancia
y en sus productos, brindando un alimento superior en calidad.
El mismo
medico investigador señala que desde la primera infancia los niños
reciben una nutrición natural, puesto que las madres le dan el pecho
por tres años a los varones y durante dos a las mujeres.
El efecto nutricional y psicológico de una larga lactancia ha sido
comprobado en tal cantidad de estudios científicos, que no es del
caso discutirlo ampliamente aquí, cuando existen docenas de libros
al respecto; pero el
resultado de esta larga lactancia no se reduce a una salud física
más robusta, sino a un carácter más estable, debido a un sistema
nervioso mejor nutrido por los insustituibles elementos d la leche
materna y por las impresiones psíquicas de amor, protección y
seguridad que se graban en el niño cuando se desarrolla todo el
mecanismo de la lactancia, en el que intervienen el arrullo, el
abrazo, el acunamiento, el calor y el contacto directo entre el niño
y la madres, que le otorga su pecho.
Negar su
alimento natural al niño, con el pretexto de que las formulas
“científicas” pueden substituirlo, es un crimen social.
Las mujeres que
hacen eso conservan mejor sus pechos pero dan al mundo seres que ni
fisiológica ni emocionalmente podrían ser totalmente normales.
Rata
alimentada con dieta similar
a la dieta Hunza |
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J. I. Rodale, en su obra The Healthy Hunza, destaca la armonía que reina en el pequeño país: la amistad entre los ciudadanos: el bondadoso, digno y disciplinado trato de padres con hijos; la dulzura de sus mujeres y su absoluta lealtad a sus esposos. Las separaciones son prácticamente inexistentes, como reflejo moral de una verdadera normalidad nerviosa.
Tenemos en los hunza un ejemplo de que no estamos enseñando simples teorías. La higiene biológica tiene el testimonio de los siglos, el testimonio de pueblos enteros que viven saludables gracias a una instintiva vida natural y el respaldo de comprobaciones científicas realizadas por hombres avanzados y honrados, interesados en divulgar la verdad en lugar de explotar la ignorancia.
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