Las protestas de ecologistas y vecinos suspenden las primeras prospecciones
En la Unión Europea se está empezando ahora a considerar la explotación de
recursos fósiles no convencionales mediante la fractura hidráulica y la
perforación horizontal, pero en varios países, como Francia, Alemania o Gran Bretaña,
ya se cuestiona la legitimidad de unas técnicas que, para alargar la vida de
recursos que de todos modos están inexorablemente destinados a agotarse, ponen
en grave peligro el suministro de otro recurso realmente indispensable: el
suministro de agua dulce. Campamentos de protesta desplegados en la hasta ahora inalterable verde Inglaterra; colisiones entre activistas y policías; tensión, arrestos y desembarco de las televisiones en un entorno voluntariamente silencioso y aburrido… El campo inglés se ha levantado en pie de guerra frente a las intrusiones de una industria energética que ansía los recursos de su subsuelo. El enemigo a combatir es el fracking, una controvertida técnica de extracción de gas mediante fractura hidráulica que el Gobierno británico está apuntalando como solución a la dependencia energética, pero que sus detractores tildan de insegura y de fatal para el medio ambiente.
El epicentro del debate nacional sobre la amenaza de industrialización de la campiña inglesa. El pueblo está tan dividido entre la lógica de la economía y la defensa ecológica como el propio país.
La compañía, que encabeza en el Reino Unido la implantación del fracking, suspendió a finales de la semana pasada sus prospecciones en busca de crudo, aconsejada por una fuerza policial incapaz de garantizar la seguridad frente a la sonora manifestación de más de un millar de activistas.Convocados por el grupo ecologista No Dash for Gas y procedentes de varios puntos de la geografía británica, se sumaron durante seis jornadas de “desobediencia civil masiva” al centenar y medio de personas que ya permanecían acampadas en los aledaños del pozo desde el pasado 25 de julio.
Argumentos a favor : el primer ministro británico, David Cameron, para reclamar el respaldo al fracking y justificar un recorte de los impuestos (a la mitad) para los primeros ingresos de extracción. Ofrece, a cambio, invertir el 1% de la explotación en las comunidades donde se hallan los pozos.
Argumentos en contra : Los intereses de la industria y la corrupción del Gobierno van a envenenar nuestras aguas”, replican los acampados en Balcombe, una mezcla de militantes ecologistas, de familias que se hacen turnos según sus necesidades laborales, de gentes de edad diversa que en grueso no se reconocen como “activistas”, sino como defensores de un entorno natural que les es consustancial. Vienen de poblaciones de la zona, de Brighton, de Devon y otros puntos más lejanos de las islas. Aluden a la potencial contaminación de los acuíferos por el cóctel químico inyectado en el subsuelo durante el proceso de fractura y por el metano que liberan las rocas.
Ni siquiera los defensores del fracking niegan que la inyección de fluidos en el subsuelo incrementa la presión sobre las fallas y puede provocar temblores en el terreno, si bien, dicen, muy tenues,explican, cuando hace dos años la Cuadrilla inició sus primeras actividades exploratorias en aquel condado, pero acabaron registrándose dos terremotos, con magnitudes 2,3 y 1,5 en la escala de Richter. Aunque los daños fueron muy leves, los vecinos se asustaron. La empresa tuvo que suspender provisionalmente sus operaciones. Fue un mal principio que generó desconfianza.Una votación convocada el año pasado por el consejo local se tradujo en la oposición del 82% (234 votos) al fracking, aunque algunos residentes recalcan que entonces se pronunciaron principalmente los críticos de esa técnica. Plantear el tema en el pub, el café o la pequeña oficina de correos genera una corriente de tensión entre unos vecinos de habitual talante cordial.
La presencia de decenas de tiendas de campaña alineadas en la carretera que conecta el pueblo con las instalaciones de Cuadrilla también genera disensiones. Los residentes de Balcombe admiten que los habitantes del campamento conforman un grupo bien organizado, que cuida el entorno, tiene un servicio de recogida de basuras y unos aseos provisionales y pulcros que serían la envidia de algunos bares de Londres.
Todos ellos comparten, sin embargo, un universo bucólico, acomodado y conservador, que ahora está pendiente del futuro impacto de las actividades de una compañía energética en el medio rural y en la vida diaria, con el ostensible incremento del tráfico de camiones y del ruido procedente de las instalaciones que algunos perciben desde sus casas. Al primer ministro no va a resultarle tan fácil vender su propuesta a la llamada Middle England, donde los tories suelen cosechar tradicionalmente un buen puñado de votos. Muestra de esa aprensión, el conservador lord Howell of Guidford (miembro de la Cámara alta y suegro del ministro de Economía, George Osborne) fue cazado a finales de julio en un desliz cuando sostuvo que el fracking debía ser confinado a las áreas “desoladas” del norte de Inglaterra
La campiña inglesa se levanta contra el ‘fracking’
3.1416
domingo, agosto 25, 2013
No hay comentarios
0 comentarios:
Publicar un comentario