Esto esta sucediendo exactamente en un día como el de hoy, pero en otras ciudades del mundo ....
Dijo un día Cesar Vega cerrando el programa en la audición de los domingos en La voz delagro ... " Que el Hombre sepa ... que el hombre puede !!! "
Mientras los ojos de todo el mundo estaban puestos estos meses en las protestas pro democracia en el centro de la ciudad, en las afueras un grupo de personas libraba otra batalla menos mediática: Salvar las tierras del hormigón y recuperar la autonomía alimentaria.
Un estrecho camino de hormigón separa los que parecen dos mundos paralelos. De un lado, una amplia carretera de dos vías, grandes edificios idénticos de color blanco sucio y rosa antiguo y el tráfico perenne. Del otro, bananos frondosos, árboles de guayaba, tierras abandonadas y tierras cultivadas hasta donde alcance la vista, casitas bajas decoradas con murales, colinas y los mil sonidos de la naturaleza. Si en el primero coches y camiones son lo único que se divisa en esta calurosa y húmeda tarde dominguera, el segundo es un hervidero de gente. Una joven suena Oh! Susana con una armónica mientras otras escogen cuidadosamente verduras tropicales de cestas multicolores y un señor lee un libro a un niño, que reposa en sus brazos. A su lado, unas familias escuchan atentamente las explicaciones de una joven, quien les enseña a trabajar la masa para hacer pizza.
La escena tiene lugar en la granja comunitaria de Mapopo en la aldea de Ma Shi Po (tocando al pueblo de Fanling), noreste de los Nuevos Territorios de Hong Kong. A sólo unos kilómetros de distancia se pueden avistar los grandes rascacielos de la ciudad china de Shenzhen. Si los planes del Gobierno local se cumplen, de aquí a unos años no quedará ni rastro de la aldea, donde hoy habitan unas cien familias, unas 15 de las cuales viven de la agricultura. En su lugar, se construirán más de 60.000 apartamentos, además de oficinas, espacios de ocio y nuevas carreteras.
La granja comunitaria de Mapopo nació en 2010 como respuesta a este proyecto gubernamental. Becky Au, de 29 años, ha pasado toda su infancia jugando a capturar peces y a ayudar a limpiar las raíces de las plantas mientras su madre, su padre –y antes sus abuelos– cultivaban verduras en una parte de la parcela de tierra que hoy ocupa Mapopo.
Becky creció, fue a la universidad, donde estudió negocios, y empezó a trabajar en una agencia. "No era la vida que quería para mi", dice. En 2009, durante las alegaciones públicas del plan NENT NDAs, Becky conoció a Tv Yuen Yiktin, considerado uno de los pioneros de la agricultura orgánica en la región. "Empezamos a pensar qué podíamos hacer respecto al plan y para esta aldea y decidimos montar una granja comunitaria". Hoy Mapopo, que trabaja en colaboración con cuatro familias campesinas de la aldea, vende sus frutas y verduras in situ y a escuelas de la zona; además es un centro de formación en permacultura, sede de mercados bisemanales de agricultura local, de talleres para jóvenes y de visitas guiadas por la zona. Diez personas, en su mayoría sin experiencia previa, trabajan de manera estable en el proyecto. "Nuestro objetivo es atraer gente desde la ciudad y contarles la historia de este sitio y los detalles del plan del Gobierno, que tiene efectos negativos no solo para nuestras casas, sino para el futuro de Hong Kong", explica Becky. "La agricultura va de la mano con la expansión de la ciudad", apunta Tv Yuen. "Un crecimiento excesivo no solo destruye las zonas rurales, sino que también pone en peligro las ciudades, que padecen crisis alimentarias y pérdida de herencia cultural; al final acabamos teniendo un único sistema de valor: el dinero".
A los ojos de la mayoría Hong Kong representa finanzas y negocios y, sin embargo, hasta los años setenta, en la región de administración especial china, por entonces colonia británica, la agricultura no era una rareza en absoluto. Las tierras agrícolas cubrían más del 10% del total y la región producía más del 80% de las verduras que consumía. Sin embargo, en las últimas décadas, y contrariamente a lo que ha pasado en las otras grandes ciudades chinas –muchas de las cuales tienen un índice de autosuficiencia del 30%– en Hong Kong no ha habido ninguna política para promover la producción local de comida. Hoy las tierras cultivadas no llegan al 1% del total (cerca de 700 hectáreas) y Hong Kong depende en más de un 98% de importaciones, mayoritariamente desde la China continental, para abastecerse de vegetales. Las tierras en teoría designadas como agrícolas corresponderían en realidad al 4% del total, pero gran parte de ellas están abandonadas, en muchos casos en manos de promotores inmobiliarios que las precintan y dejan sin uso a la espera de proyectos de urbanización: ese tiempo intermedio puede durar hasta veinte años. En la aldea de Ma Shi Po un único promotor inmobiliario es el dueño del 80% de la tierra.
"Los promotores inmobiliarios comenzaron a comprar las tierras a los propietarios y mucha de la gente de la aldea, que estaba de alquiler, fue obligada a irse: sus casas fueron demolidas y las tierras agrícolas abandonadas. Mi familia, que posee unos 450 metros cuadrados, no cedió porque amamos nuestra casa y dependemos de este trozo de tierra", explica con la voz pausada y la mirada sonriente que la caracterizan.
Becky, co-creadora de la comunidad de Mapopo, comparte la comida con su madre (a su izquierda) y el resto de sus compañeros.
"El Gobierno es el dueño último de todas las tierras: aunque conceda el derecho de uso a propietarios que sí pueden gestionarlo como mejor consideren, legalmente tendría el poder de readueñarse de ellas ante un interés público y yo creo que el abastecimiento y la seguridad alimentaria –fundamentales para la resiliencia de una región– constituyen un fundamento más que suficiente para hacerlo. Es totalmente inaceptable dejar abandonada tanta tierra durante décadas, aún más considerando que en Hong Kong es un bien escaso", apunta Edward Yiu, profesor asociado de la facultad de Geografía y Gestión de los Recursos de la Universidad China de Hong Kong.
Fuente El País de Madrid.