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La Era de la Adaptación (Documental)


Resumen

La Era de la Adaptación es un documental corto producido según la filosofía de "código abierto", es decir, de libre distribución. En él se examina la íntima relación entre tres factores convergentes que resultan claves para comprender la situación actual: El cambio climático, la desigualdad social y la inestabilidad económica, tanto a nivel local como global. Se intenta plantear un mensaje urgente que pueda alejarnos a tiempo de nuestro actual modelo de desarrollo, el cual está basado en la ilusión del crecimiento infinito a toda costa, y cuestiona frontalmente al paradigma del Producto Bruto Interno, esa especie de mantra sagrado que recitan todos los políticos y economistas, con preguntas profundas tales como: ¿más crecimiento de qué, y para qué?


También pone de manifiesto las nuevas retóricas que han surgido para convertir el drama planetario del cambio climático en un negocio, a partir de nuevas tecnologías "verdes" y supuestamente ecológicas, tales como el "carbón limpio" y los sistemas de compensaciones de carbono, cuyas pretensiones son resolver el desequilibrio climático a través de los mismos mecanismos de mercado conocidos, pero sin modificar en nada nuestros hábitos de consumo.

Rodada en 12 países de 5 continentes, el documental intenta transmitir un mensaje urgente para advertir sobre la crisis sistémica en la que hemos ingresado, y llega a la conclusión de que ya puede ser demasiado tarde para evitar el cambio climático a gran escala. Sólo una revolución total en nuestro sistema económico y social estaría en condiciones de plasmar un ajuste de gran envergadura, imprescindible para enfrentar los retos del futuro cercano. Lo único que nos queda hacer de aquí en más es un "reinicio global" del sistema, pues ya no tenemos otra opción que adaptarnos a los profundos cambios que ya comenzaron.

"No hay alternativas a la adaptación, pero podemos decidir cómo adaptarnos. Hay dos posibles escenarios: Podemos continuar con nuestro modelo basado en crecimiento económico y prepararnos para lo peor, o podemos ver al cambio climático como un aviso, la evidencia final de las injusticias que padecen nuestras sociedades. Quizás sea nuestra última oportunidad"

El cambio climático no es una cuestión ambiental, es una cuestión de justicia

El modelo de desarrollo actual basado en el dogma del crecimiento ecoómico infinito, es profundamente injusto e insostenible en al menos tres diferentes aspectos:

Político, pues determina que sólo una minoría pueda controlar los recursos energéticos y sus beneficios, dirigir la economía de mercado, y ser quienes finalmente mueven los hilos de la gobernabilidad global.

Financiero, ya que hace que nuestras sociedades sean totalmente vulnerables a los especuladores que han disparado una devastadora crisis económica global imposible de detenerse.

Ambiental, dado que este modelo agota los recursos naturales no renovables de La Tierra, causando graves daños ecológicos, y atentando contra la diversidad biológica del planeta, incluyendo a los propios humanos.

Sin duda, el actual modelo de desarrollo ha tenido importantes efectos positivos sobre determinados aspectos de nuestra calidad de vida. Por ejemplo, menos personas mueren hoy en la Unión Europea que hace 50 años, los sistemas educativos son más eficientes, la tecnología soluciona problemas en muchos campos. Sin embargo, todo esto se aplica a una pequeña minoría de ciudadanos. Para la gran mayoría, el desarrollo económico de unos pocos implica su propio despojo, la privatización de sus bienes naturales, la devastación y la guerra. Incluso en los países económicamente más desarrollados, hay muchas cosas sin responder: ¿Se hicieron más maduras nuestras sociedades gracias al consumismo basado en las leyes del mercado? ¿Podemos disfrutar de la vida en una forma más plena a partir de nuestro progreso económico? ¿Si aumenta el PBI de nuestro país, eso indica que somos más felices? Son preguntas muy importantes, pero sin embargo nadie las hace.

Después de pasarnos décadas barriendo todos estos problemas bajo la alfombra, el cambio climático ahora nos obliga a revisar los fundamentos de nuestro sistema económico. El planeta ya no puede aguantar más. Los razonamientos económicos tradicionales y este modelo de desarrollo que ponen en peligro la vida y exacerban las injusticias, deben atravesar una revolución total. Si bien la tecnología puede ayudar hasta cierto punto, sin dudas no podrá resolver el problema por sí sola. Las soluciones mágicas como las compensaciones de carbono, las consignas de crecimiento sustentable, y básicamente cualquier otro instrumento contemplado por el Protocolo de Kyoto y negociado por la Cumbre Climática COP15 son como el árbol que impide ver el bosque. No sólo siguen perpetuando el sistema que genera todos los problemas, sino que también distraen a los ciudadanos con falsas soluciones. En la Unión Europea, el mecanismo de los mercados del carbono ya ha mostrado todos sus defectos.

No podremos continuar como si todo siguiera igual. El cambio Climático ya tiene consecuencias catastróficas, y se agravará en los próximos años. Los países pobres serán sometidos a sequías, inundaciones y hambrunas recurrentes. Los países ricos tendrán que vérselas con inviernos más rigurosos e impredecibles veranos tórridos, incendios y millones de refugiados climáticos pugnando por traspasar sus fronteras en busca de una vida mejor, tal como lo reconoce el documento de trabajo de 2009 de la Comisión de la Unión Europea para el Cambio Climático. Habiendo fallado entonces en la mitigación de los efectos, ahora estamos ingresando en "La Era de la Adaptación". Nos guste o no tenemos que asumir los hechos, pues la manera en la que hemos vivido en el planeta será dramáticamente alterada durante las próximas décadas.

Pero la adaptación puede suceder de dos formas diametralmente opuestas. Podemos intentar una adaptación reactiva, rechazar el cambio de nuestro modelo de desarrollo no sostenible, prepararnos para defendernos contra los embates de un clima cada vez más violento y los disturbios humanos, por ejemplo, construyendo murallas y militarizando las fronteras, disparandole a los inmigrantes o construyendo fortificaciones similares a las que existen en los límites entre Israel y Palestina, lo cual nos permitiría sentir que nada está pasando fuera de esos límites. O en su lugar podríamos comenzar a adaptarnos de una forma más proactiva. La adaptación proactiva requiere plena conciencia de las falencias en nuestro sistema de desarrollo, pues debemos construir un nuevo tipo de sociedad. La adaptación proactiva necesita que nos involucremos mucho más en la gestión de nuestros pueblos y ciudades, con el fin de experimentar en nuevos modelos de vida comunitaria. Mas que simples cambios en los estilos de vida, esto significa que debemos asumir una transformación radical en las actividades de nuestras sociedades. Se trata por lo tanto de un giro de 180 grados respecto a la forma en la que la mayoría de nosotros hemos vivido hasta ahora, y es la única opción que nos queda.

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